A partir del debate sobre la desigualdad, surgió un debate interesante: ¿se la reduce mejor redistribuyendo la riqueza y los ingresos, o las oportunidades de acceder a ellas?
Si no queda clara la diferencia entre estas dos alternativas, leamos a Mariano Grondona:

“En la Argentina actual, con su altísimo porcentaje de pobres, indigentes y desocupados, la riqueza se distribuye en forma escandalosamente desigual. ¿Qué deberíamos hacer para transformarla en una sociedad más justa?

El populismo argentino mide la diferencia entre ricos y pobres, en efecto, sólo en relación con sus respectivos ingresos. Cuando se aprueba un Plan de Jefes y Jefas, cuando se da un empleo público a un “ñoqui”, se distribuyen ingresos. ¿Se avanza por eso hacia una sociedad más justa?

Algunos creen que no. Lo que querrían distribuir, en efecto, no son los ingresos sino las oportunidades. La diferencia entre los dos conceptos es abismal. Cuando alguien recibe un ingreso sin contrapartida, su rol es puramente pasivo. Cuando a alguien se le ofrece la ventana de una oportunidad que deberá aprovechar si no quiere perderla, se lo invita a un rol activo, a un esfuerzo. Si se equipara la justicia con un mejor reparto de los ingresos, se invita al beneficiario a la inacción y a la dependencia de su benefactor. Si se equipara la justicia con un mejor reparto de las oportunidades, se invita al beneficiario a completar con su propio esfuerzo el que realiza, en su favor, la sociedad.

La Declaración de la Independencia norteamericana estatuye que cada hombre tiene el derecho de “perseguir la felicidad”. No el “derecho a la felicidad” de recibir sin dar, sino el derecho de perseguirla activamente en una sociedad abierta al esfuerzo de cada cual. “

A nosotros nos ha tocado nacer en una situación privilegiada, porque nos rodean infinitas oportunidades de obtener las cosas que anhelamos. Otras personas, por más que estén dispuestas a hacer el esfuerzo necesario para lograrlo, carecen de estas oportunidades, y se ven frustrados en su intento de “perseguir la felicidad”.

Esta es mi propuesta y mi invitación: ¿Qué les parece si elegimos a una persona con ganas de esforzarse pero sin oportunidades, y averiguamos qué les falta y, si está dentro de nuestras posibilidades, abrimos en sus vida la “ventana de una oportunidad”?
¿Cómo podríamos hacerlo? ¿Cómo hacemos que nuestro aporte sea combinado con el esfuerzo del que reciba nuestra ayuda?

¡Ayuden a desarrollar esta idea!