“El gobierno antiguo nos había condenado a vegetar en la oscuridad y abatimiento, pero como la naturaleza nos ha criado para grandes cosas, hemos empezado a obrarlas…” Éstas fueron las palabras proclamadas por Mariano Moreno que establecieron las bases de nuestra lucha por la independencia. Hoy, doscientos años después, aún hacen eco en nuestros corazones patrios y nos invitan a continuar defendiendo el legado más importante que nos ha dejado nuestra historia argentina. 
No debemos recordar al  9 de julio de 1816 sólo como el día en que se Juró el Acta de Independencia de la corona española, sino, más bien, como la fecha en la que los hombres que se reunieron en Tucumán, nos cedieron el trascendental patrimonio de la Unidad. Sólo a partir de entonces fuimos considerados un solo pueblo, una única ambición, un sublime sentimiento. Y desde ese momento, para cada argentino, la independencia es patria, es homenaje y lucha, es recuerdo y orgullo.

Desde hace doscientos años, el 9 de Julio siempre nos envuelve de una emoción pocas veces sentida en el corazón de los argentinos. Este día tan emotivo nos invita a la reflexión y al rescate de lo mejor de nuestro pasado. 
Nuestro país nos necesita. Seamos los artesanos de su estructura y pongamos, en todo momento, lo necesario para engrandecerlo, habitándolo como personas sencillas, leales, firmes y autónomas. 
Como educadores les queremos pedir que juntos, en verdadera comunidad, sigamos sembrando en este suelo argentino semillas de justicia, unión, solidaridad, diálogo y responsabilidad. Seguramente ellas florecerán y tendremos el país que merecemos, ese con el que soñaron aquellos que nos antecedieron y lucharon para lograrlo. A fin de cuentas, la independencia debe ser conquistada en cada acto cotidiano de nuestras vidas.
Prof. Aymará Benitez Rosende