Martín Peralta Isleño, alumno de 3er año practica Parkour, un deporte poco conocido aún en Corrientes pero que gana cada vez más adeptos. Comenzó a entrenar hace dos años y desde un principio notó que las personas no comprendían lo que hacía o lo tomaban para la broma.

El parkour es un deporte centrado en la capacidad motriz del individuo, desarrollado a partir del método natural. Los practicantes son denominados traceurs si son hombres, o traceuses si son mujeres y tienen como objetivo trasladarse de un punto a otro en un entorno de la manera más útil y eficiente posible, adaptándose a las exigencias del mismo con la sola ayuda de su cuerpo.

Es una “disciplina donde se trata de llegar de un punto A a un punto B hasta el Z de la manera más rápida y eficaz posible”, nos explicó Martín. El problema que trae el desconocimiento es que, aunque al principio no lo tomaban en serio y “creían que era un nene jugando o haciendo pavadas”, ahora, cuando adquirió más experiencia y los saltos son más riesgosos, lo acusan de “estar loco” o de “poder lastimarse o romper cosas”.

Él sostiene que detrás de cada salto hay “mucho entrenamiento y medidas de seguridad” que se toman en cuenta antes de cada desafío. Es por esta razón que, desde el año pasado, junto a su papá, pensaron en un plan para que el parkour sea considerado por la Municipalidad como un deporte:

“Como el Estado no nos considera así como los que hacen skate o BMX no tenemos un lugar proporcionado donde poder saltar. En la costanera, que es el mejor lugar natural que encontré para saltar, la guardia urbana me echa todo el tiempo”, nos cuenta Martín.

Por esta razón, animado por su deseo de instalar el deporte, es que se le ocurrió crear un boceto digital del espacio ideal para entrenar, con el fin de presentarlo a la Municipalidad en las reuniones que logró conseguir.

Asistido por la profe de Educación Tecnológica, Alicia Pissarello, es que pusieron manos a la obra en su realización. Luego, por otros contactos externos, consiguió, gracias a la impresión 3D, que se transforme en un boceto en escala del tamaño real.

Consultado por las primeras respuestas que consiguió, nos contó que le sugirieron un terreno cerca del Shopping con un límite de 20 m2, lo que confía, es un buen tamaño ya que el espacio puede aprovecharse de infinitas maneras de acuerdo al nivel de experiencia de cada uno de los practicantes.

Ahora espera que tengan en cuenta su proyecto, y que lo que comenzó de casualidad, un día cuando estaba con sus amigos por comer una pizza y vio a un chico practicando el deporte en un estacionamiento del centro de la ciudad, pueda ser reconocido y cada vez más interesados se animen a sumarse.