Cada rincón del colegio que compartimos habla de nosotros. Lo que cuidamos, lo que respetamos, lo que dejamos… todo refleja quiénes somos y cómo elegimos vivir juntos.

Por eso, esta máxima nos invita a mirar nuestro espacio con otros ojos: mantenerlo limpio, ordenado y bonito no es solo una obligación, es una forma de mostrar respeto por los demás y por nosotros mismos. Cuidar los patios, las aulas, los jardines, el mobiliario… cada gesto cuenta. Y si vamos un paso más allá, podemos embellecerlo: pintando murales, sumando plantas, creando espacios donde todos nos sintamos cómodos y orgullosos.

Este compromiso que asumimos es muy claro: no se trata de reciclar, no se trata de ahorrar recursos ni de pensar en los efectos a futuro. Tampoco hablamos de la convivencia entre personas.

Hoy, la propuesta es sencilla pero poderosa: hacernos cargo del lugar que habitamos, aquí y ahora.

Porque el colegio no es solo un edificio: es nuestro segundo hogar. Y cuando lo cuidamos, también nos estamos cuidando a nosotros.