El 8 de marzo, se celebra “Día Internacional de la mujer”. En este día se conmemora la lucha de la mujer por su participación, en pié de igualdad con el hombre, en la sociedad y en su desarrollo integro como persona.

A continuación compartimos las palabras leídas en el izamiento de la bandera de la Secundaria, en el que destacó a las mujeres de nuestro Colegio:

Para ti, mujer trabajadora

Para ti, mujer abnegada, mujer trabajadora
Para ti mujer, va hoy esta flor y mi canción
Para ti, dulce, tenaz y sacrificada luchadora
Para ti, todo mi respeto y toda mi admiración
Los diarios nos mencionan a mujeres famosas
Nombres grabados a fuego y oro en la historia
Cantan loas a sus logros, a sus grandes cosas
Nos hablan de sus virtudes y de sus memorias
Pero yo quiero cantarte a ti, silenciosa luchadora
Que te levantas la primera, al atisbar los rayos del sol
Mujer de mil nombres, de mil caras, de mil horas
Compañera en la lucha y con tiempo aun para el amor
A ti, que día tras día vas al hospital, a la oficina
Al campo, a la fábrica, a la calle, al mundo a remar
A ti, que aunque llegas a casa extenuada, rendida
Todavía guardas una sonrisa y reservas para amar
Me viene este canto de lo más profundo de la vida
Acumulado estaba el homenaje a tan maravilloso ser
Muchos versos había escrito, pero a ti te lo debía
Madre, hermana, esposa, hija, compañera… mujer.

(Letra y música: Julio César Pavanetti Gutiérrez)

Hace mucho tiempo que no decía unas palabras en la entrada. No vine auto convocado, pero estoy muy orgulloso de estar acá.

Quiero dedicar unas palabras en su día a la MUJER, que puede estar representada por nuestras abuelas, nuestras madres, nuestras hermanas. No voy a resaltar los valores de las mujeres que influyeron en la historia de la humanidad, o de nuestro país, pero me gustaría resaltar uno de los aspectos por el que mucho han luchado, el derecho al trabajo y creo que la mejor forma de hacerlo es resaltar las cualidades de las personas con las que me cruzo todos los días.

Primero voy a recordar a quienes no están, a la preceptora Beatriz, hermana de Graciela, a la Señora Lucía que nos mostro como su dedicación al trabajo la mantenía joven. Quiero recordar a María Inés, que estaba en la biblioteca pero era nuestra mano derecha en cualquier actividad, trabajó con nosotros mucha entereza hasta que sus fuerzas no dieron más y nos dejo.

Entrando todas las mañanas al colegio me encuentro Dolores, infaltable, subiendo un poquito veo a Ana limpiando y a Cecilia atormentada por ustedes en la cantina. Nos encontramos con María Elena quien permite que podamos usar este micrófono y se encarga que tengamos lo último en libros.

A las preceptoras, Carina, Miriam, Alicia y Graciela, Graciela no solo es su segunda madre, es la nuestra también, está trabajando incansablemente pero nos mima.

Si alguien quiere visitar la escuela desde la 7:30 hasta las una menos 13:00 o desde las 16:00 a las 20:00, el 99% de las veces la van encontrar sentada en su oficina a nuestra directora, trabajando para que lo que les brindamos, educación, pueda llegar a ustedes de la mejor manera posible.

Y mis compañeras, todas desde su lugar son un ejemplo. Por nombrar algunas, si junto a Mirta, a Silvia, a Constanza y a Analía, no solo me encuentro con trabajadoras, son el alma de su familia, son madre y padre y trabajan a destajo para educar a sus hijos de la mejor manera posible.

La vemos a María Marta, quien nos enseña, con una excelente dicción, una lección o una moraleja. Me encuentro con Ana María y Alicia y me imagino que dejan sus amores, sus hijos, en su casa para estar acá y trabajar y enseñarnos con mucho amor.

Las profes nuevas, Silvina, Anahí, las nuevas teachers. Y las son parte del Yape, Adriana, Paty, Corina, María José, Miriam y Sandra. Todas dejan atrás sus hijos y sus familias, para trabajar y mostrar su mejor profesionalismo, no vienen a pasear al colegio se los puedo asegurar.

Con tantas mujeres que estoy nombrando, esta claro quienes tienen la batuta en esta orquesta.

Pero quiero nombrar especialmente a las mujeres que con su ejemplo muestran día a día que su vocación es genuina y hacen que mi trabajo acá sea reconfortante. Para Mariela y Verónica, si contáramos cuantos mates ya hemos tomado, donde cada cebada es una caricia al alma. A Vivian y Beatriz, luchadoras inquebrantables, oradoras incansables, son nuestros quijotes, que pelean y se levantan para mostrarnos que la vida es sueño.

Parece que ya está todo dicho.Pero me falta una mujer, con todas las letras, que muestra día a día en silencio como hacerle frente a la adversidad, que se viste de acero para afrontar con amor su vida y la de sus hijas, que tiene un corazón más grande que el colegio, y así Elena es un ejemplo y muestra porque debe existir un día en el que se honre a la mujer.

Un aplauso para todas ellas.

Roberto Rodriguez