El cruce de Los Andes

El Plan continental de Independencia que habitaba en la mente del futuro libertador exigía preparar un ejército pequeño pero bien disciplinado en suelo mendocino, sorprender al enemigo cruzando la cordillera de Los Andes y una vez liberado Chile, reforzar las tropas con la incorporación de las del país trasandino. Desde el nuevo territorio libre, la estrategia se proponía avanzar por el Pacífico y atacar al Perú desde el mar, mientras un ejército de observadores en el camino del Alto Perú debería empujar a los realistas hacia Lima y luego de la ocupación de este bastión colonial, continuar la marcha libertadora hacia el norte.

El primer obstáculo se erigía en la estrategia como la montaña en el terreno, tan evidentes uno y otro, como arduos superarlos. San Martín debía conducir el ejército con todos sus materiales y bagajes, incluida la artillería, a través de un terreno totalmente inhóspito; asegurando a la vez que la tropa, al final del penoso recorrido, estaría en condiciones de dar aquella gran batalla que el Libertador ya había previsto fuese en la Cuesta de Chacabuco. Este cruce andino ha pasado a la historia como uno de los hechos de armas más grandiosos que ha visto el mundo.

Los probables caminos a transitar fueron recorridos innumerables veces por oficiales, baqueanos y hasta el mismo comandante en jefe del ejército, para elegir los más convenientes en función de los objetivos militares a alcanzar. Así fue que el conocimiento del terreno fue prioritario en la elaboración de los planes. El terreno hablaba a través de los testimonios de viajeros, viejas cartografías y reconocimientos personales. Pero en varias ocasiones, desde setiembre 1814 hasta la primavera de 1816, fue el mismo San Martín quien interpeló directamente a la montaña. Realizó numerosos reconocimientos, desde el valle de Uspallata hasta los caminos de importancia entre San Carlos y San Juan. Mientras, el cuerpo de ingenieros del ejército de Los Andes, hacía lo propio en un frente de 300 kilómetros, relevando las distancias a cronómetro y luego volcando sus conclusiones en planos parciales y generales. Debió analizar las ventajas y desventajas topográficas que presentaban cada uno de ellos, sus posibilidades de acceso y la disponibilidad de recursos naturales indispensables. Esta evaluación llevó a establecer una combinación de rutas que permitieran cumplir las premisas de la Campaña, tomar objetivos principales y secundarios, inducir a la población a adherir a la causa de la independencia y dar en una sola y gran batalla el golpe decisivo al poder realista en Chile.

Esta verdadera labor de ingeniería estratégica, llevó a San Martín a elegir seis grandes rutas, desde el norte argentino, en la Provincia de La Rioja, hasta nuestro sur mendocino, en el actual departamento de Malargüe. Nacen así los caminos que pasarían a la historia como las “rutas sanmartinianas” y de las cuales Uspallata, del Portillo y Planchón, recorren nuestro territorio provincial, mientras que el paso que recibió el grueso de las cansadas huellas de la tropa, el de Los Patos, se comparte en su recorrido con la provincia de San Juan.

Por el primero de esos trayectos marcharían los hombres del entonces Coronel Juan Gregorio de Las Heras, con expresas órdenes de llegar al Valle de Aconcagua el 8 de febrero de 1815, luego de requisar ganado y copar guardias enemigas en las estibaciones cordilleranas, hasta tomar contacto con la vanguardia del Ejército, conducida por el brigadier Soler. Días después avanzaría por las mismas huellas, el esforzado Capitán Fray Luis Beltrán, con la artillería patriota. Otro grupo miliciano recorría el camino del Portillo argentino, en las cercanías del Manzano Histórico, bajo las órdenes del Capitán José León Lemos, con la misión principal de simular ser la vanguardia de las fuerzas principales, y de esta forma desorientar a los realistas y fomentar su insurrección. Por el paso del Planchón, avanzarían los hombres del teniente coronel Ramón Freyre, patriota chileno quien, con escasos 190 hombres debía cumplir objetivos similares.

El grueso de la tropa, con el Estado Mayor comandado por San Martín, emprendería el duro camino al norte, en busca de tierra sanjuanina, para vencer la cordillera de Los Patos, dejando atrás alturas de más de cuatro mil metros en el Espinacito, e ingresando a Chile por los pasos de las Llaretas y Valle Hermoso. El encuentro con los hombres de Las Heras, cerraría esta etapa, abriendo el capítulo de la gran victoria. Se había desafiado a la altura, se la había vencido, para conquistarla para siempre.

Conclusión

San Martín y sus hombres cruzaron la cordillera de Los Andes y derrotaron a los españoles en la batalla de Maipú.

La primera parte del plan continental estaba superada.

El próximo paso suponía dirigirse hacia el Alto Perú para combatir con el bastión más grande de los realistas en América.

Fuente: San Martín y el Ejército de los  AndesMendoza. Crónica de nuestra identidad. (2004)