La Batalla de Maipú (5 de abril de 1818) fue decisiva para lograr la independencia de Chile y consolidar la libertad de los pueblos de América.

El triunfo en Maipú consolidó la independencia de Chile, posibilitó la expedición libertadora al Perú e hizo posible las victorias decisivas de Carabobo y Boyacá obtenidas por Bolivar, pues había disminuido la presión que los realistas mantenían en el norte.

La victoria de Maipú, por su repercusión estratégica y política, influyó en todo el ámbito del Nuevo Mundo, vigorizando la lucha por la emancipación americana. Por su importancia trascendental sólo puede compararse a las de Boyacá y Ayacucho. Pero sin Maipú no habrían tenido lugar, seguramente ninguna de las otras dos. De haberse sufrido una derrota, Chile se hubiera perdido y así peligrado la establidad de los pueblos del Plata. Este suces singular tiene además el mérito de haberse alcanzado la victoria a los quince días de una derrota importante.

San Martín, por su profundo y amplio conocimiento de la guerra, por la amplitud de su mentalidad estratégica, por su certero golpe de vista, su carácter y su férrea voluntad, es el hombre de acción deliberada y trascendental más equilibrado que haya nacido en la Argentina. Ricardo Rojas lo llamó el “Santo de la Espada” y para él fue “ese hombre armado que nunca se dejó arrastrar por ambiciones egoístas ni vanidades terrenales, y desde Bailén a San Lorenzo, pasando por Chacabuco, Maipú y Guayaquil, poseyó la visión de estadista y la maestría del guerrero, que determinaron la habilidad del verdadero Conductor. Pero además, la batalla de Maipú tuvo amplia repercución en Europa, donde sus efectos evitaron que varias potencias concurrieran en ayuda de España, para ayudarle a recuperar sus colonias.