La tradición es un conjunto de costumbres, ritos y usanzas que se transmiten de padres a hijos.

La tradición de un pueblo es aquello que lo identifica y diferencia de los demás, algo propio y profundo. Cada comunidad tiene sus propias tradiciones, las que se manifiestan en el modo de vivir, en el arte y se conservan a través del tiempo.

En Argentina el Día de la Tradición es el 10 de Noviembre, en Memoria de nuestro poeta más tradicional, creador del Martín Fierro: José Hernández.

El siguiente texto nos llegó vía e-mail, nos gustó mucho y decidimos compartir algunos fragmentos con ustedes en el Día de la Tradición.

¿Tomamos Mate?

El mate no es una bebida. Es un líquido y entra por la boca pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed. Es más bien una costumbre. El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.

Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es ‘hola’ y la segunda ‘¿tomamos unos mates?’. Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres. Pasa entre mujeres, y pasa entre hombres. Pasa entre los abuelos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian. Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar. En verano y en invierno.

Hijos de Egresados tomando Mate

Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando alguien de tu sangre empieza a tomar mate. Se te sale el corazón del cuerpo. Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón, etc.

Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular. Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos.

No es casualidad. No es porque sí. El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma. O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera. Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno. Por adentro hay revoluciones.

El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores… Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena. La charla, no el mate. Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablás mientras el otro toma y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambiá la yerba!’.

Es el compañerismo hecho momento. Es la sensibilidad al agua hirviendo. Es el cariño para preguntar, estúpidamente, ‘¿está caliente, no?’. Es la modestia de quien ceba el mejor mate. Es la generosidad de dar hasta el final. Es la hospitalidad de la invitación. Es la justicia del uno por uno.

Es la obligación de decir ‘gracias’, al menos una vez al día. Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.