El jueves 24 de mayo, a las 7:30 hs. se llevó a cabo un acto formal en el que se recordó la Revolución de Mayo de 1810, y el Prof. Jerónimo González leyó el discurso que compartimos a continuación:

Un 25 de mayo, muchos años atrás, numerosas personas a las que hoy recordamos en los libros de historia, o en los nombres de tal calle o cual escuela, dedicaron mucho tiempo y esfuerzo a trabajar por alcanzar lo que querían: la libertad para decidir como gobernarnos. Con el pasar del tiempo, más y más personas sumaron su tiempo, y a veces hasta sus vidas, a defender esa misma oportunidad, que hoy damos por sentado.

¿Qué oportunidad es ésta? La de decidir cómo organizarnos, la de hacer escuchar nuestra opinión, la de sentir que nuestro aporte es tenido en cuenta. Esas son las libertades “que supimos conseguir”, con tanto esfuerzo, tras tantas batallas y tantas luchas.

Pero tener una oportunidad no es lo mismo que aprovecharla. Todos los días alguien se enoja con los políticos que tenemos, otro con la ciudad en la que vivimos, y un tercero porque no se hacen las cosas de la manera que deberían hacerse. Y gracias al esfuerzo de todos estos personajes de nuestra historia, hoy tenemos el derecho, o mejor dicho, la LIBERTAD de elegir dar nuestra opinión, de elegir quién y cómo nos gobierna, de hacer algo al respecto. Esa es la oportunidad.

Yo me pregunto siempre, y hoy les pregunto a ustedes, ¿la aprovechamos? ¿Tomamos las riendas de nuestras vidas, y hacemos que las cosas pasen como creemos que deberían ocurrir? Aunque suene muy dramático, me pregunto: ¿honramos con nuestras acciones esa libertad?

Cuando somos chicos, los adultos que nos rodean deciden casi todo por nosotros, y eso tiene dos lados: es más fácil, porque nos ahorramos un montón de preocupaciones, pero es molesto, porque sentimos que no podemos llegar a ser o hacer todo lo que nos gustaría. A medida que vamos creciendo, empezamos a recibir, de a poco, la herencia del 25 de mayo: la libertad. ¿Somos conscientes de ella? ¿La estamos aprovechando al máximo? A medida que podemos elegir más y más cosas, ¿nos esforzamos, como los revolucionarios de mayo, y tantos después de ellos, por trabajar duro para que cambien las cosas que no nos gustan a nuestro alrededor?

En la organización de la fiesta de hoy hubo numerosas oportunidades de usar esa libertad, de hacerse escuchar, de trabajar para alcanzar lo que uno quiere. Les propongo que recuerden mis palabras a la hora de analizar y hacer un balance de este día.
Si me permiten, quisiera darles tres consejos muy simples:

  • Dediquen tiempo a conocerse, a descubrir quiénes son y qué es lo que realmente quieren, y cuando lo sepan, no dejen de hacerse escuchar, y hacer valer su opinión
  • Trabajen duro por conseguir las cosas que desean, porque la conquista de la voluntad es la mejor prueba de que entendimos que somos libres, y que podemos llegar a donde sea que nos propongamos, si de verdad lo queremos
  •  Y por favor, aprendan a ver, a valorar y a tolerar las opiniones y el trabajo duro de los que los rodean, que al igual que ustedes, son herederos de esta libertad, y también tienen y quieren alcanzar sus deseos y aspiraciones. Vivir en libertad no es fácil, porque requiere aprender cuáles son los límites de ese invaluable tesoro.

Sólo así, como individuos libre y tolerantes, podemos decir que vivimos con gloria, en el presente, los frutos de tantas luchas en el pasado. ¡Seamos libres, que lo demás no importa nada!