En el día de ayer, se realizó el Acto de Colación de la Promoción 2010.

Compartimos el discurso escrito para la Promoción 2010, por la Profesora Beatriz Dinucci:

Buenas noches, los egresados de esta promoción me honraron con la posibilidad de despedirlos, es por eso, que con el permiso de ustedes, me dirigiré especialmente a ellos, mis alumnos.

Llegó uno de los momentos del que, en tantas oportunidades hablamos e imaginaron: la despedida. Quizá sea la última vez que pueda hablarles a todos juntos, por eso les pido que detengamos el tiempo y podamos, ustedes y yo, aprovechar al máximo de este instante tan especial.

Uno de ustedes, Luciana, me preguntó en una de las despedidas del último día de clases, si a todas las promociones les decía lo mismo. Le dije que no, que cada una es particular y única, porque sus integrantes también lo son. Me quedé pensando porqué esta promoción era especial para mí y se me vinieron a la mente muchas respuestas y reflexiones que quiero contarles.

Hagamos un poco de historia: compartí tres años muy importantes de su vida escolar: los recibí en primero, encontrándome con chicos inocentes, hiperactivos y con ganas de ser grandes de golpe.
Volví a trabajar con ustedes en cuarto año, no solamente como profesora de Lengua, sino también como su tutora de curso. Me encontré con adolescentes cuya rebeldía típica de la edad, se respiraba en los salones. En aquel momento, eran unos completos románticos: pasaban del odio al amor en minutos, de la aceptación al rechazo, muy rápidamente.

Superada esta etapa, nos volvimos a encontrar en éste, su sexto y último año. Me encontré con personas seguras, pensantes, reflexivas, intuitivas. Me di cuenta de que habían crecido, que habían madurado. Hoy los miro y puedo construir la historia escolar de cada uno, siento que los conozco mucho, que me conocen y que nos entendemos con solo una mirada. Eso, los hace especiales.

Son especiales porque reconocieron y, finalmente entendieron que uno de mis propósitos como educadora era, no solo informar, sino también formarlos.

Creo que me costó mucho transmitirles y contagiarles la pasión que pongo en esta maravillosa e irremplazable tarea que para mí, es la educación, pero estoy segura de que lo logré y que, en un futuro, todo lo que emprendan lo harán con mucho amor y entrega.

Son especiales porque pudieron superar o por lo menos reconocer sus debilidades, aprendiendo sabiamente que el rehuir de ellas no las hace desaparecer y que el afrontarlas, los fortalece.

Creo que tuvimos un gran año, año de debates, de planteos filosóficos, de desafíos, de mucho trabajo intelectual; les exigí mucho y estuvieron a la altura de las circunstancias. Disfruté de las clases que tuvimos, de los comentarios de algunos, las frases célebres de otros. También recordaré las discusiones y desencuentros que, estoy convencida nos fortalecieron.

Hoy, comienzan una nueva etapa, emprenden un nuevo viaje y me gustaría ayudarlos a armar esa valija tan particular que los acompañará: lo primero que tendrían que poner en ella son los valores, ellos deberán ser la brújula de todo cuanto hagan: el respeto por uno mismo y por el otro, la responsabilidad, la honestidad, el esfuerzo, la tolerancia y el amor, deben estar presentes todos los días en cada paso que den. Recuerden lo que tantas veces les dije: apoyen la cabeza en la almohada, sabiendo que obraron bien durante el día, que sus conciencias están tranquilas.

El saber que tienen una familia que los ama, que quiere lo mejor para ustedes, seres en los que siempre van a poder confiar y descansar cuando el sendero se vuelva muy inhóspito. Los amigos, esas personas incondicionales con quienes compartieron experiencias de todo tipo. Recuerden que por más que la distancia los separe, todos comparten y pierden su mirada en un mismo horizonte.

Los conocimientos, las enseñanzas y destrezas adquiridas en esta casa de estudios, permitiéndoles resolver cualquier problema a su paso, pero no se olviden de la confianza y seguridad en ustedes mismos, sin ellas, nada será posible.

La palabra, esa herramienta tan maravillosa que tiene el ser humano, capaz de modificar el mundo. Pero tengan presente que debe ser bien usada, ustedes aprendieron cómo hacerlo.
No se olviden de llevar sus utopías, sus sueños, sus proyectos, la sonrisa; no permitan que desaparezcan, aliméntenlas con la esperanza, la perseverancia y la fe.

Ahora sí, están preparados, el tiempo debe seguir corriendo, sus destinos esperan por ser forjados, caminen con paso firme, por favor dejen su huella, no permitan que su vida pase desapercibida.

Como todo padre que ve partir a un hijo, yo hoy veo emprender su rumbo a cincuenta; no puedo sino pedirles que sean felices, que no existan, que vivan, que no abandonen sus ideales, que valoren la vida; y muy especialmente, que no me olviden.

Su nueva vida está allí afuera, no la hagan esperar.